jueves, 30 de octubre de 2014

Shakespeare y Cervantes, ¿plagiarios?

«El inicio del Quijote, “En un lugar de la Mancha…”, es un octosílabo copiado del romance popular “El amante apaleado”. La fórmula “de cuyo nombre no quiero acordarme…” está en un cuento del infante Juan Manuel sobre el conde Lucanor, que empieza así: “Señor conde —dixo Patronio—, en una tierra de que me non acuerdo el nombre, avía un rey…”. El sobrenombre de “Caballero de la triste figura” que Cervantes atribuye al Quijote es el título del libro III de Clarián de Landanís, escrito por Jerónimo López en 1588.

»También Shakespeare fue acusado de plagio. Hasta se le atribuye una frase en la que lo defiende con altivez “He rescatado las ideas interesantes de unas obras bastante mediocres y las he mejorado”. Leopoldo Alas “Clarín” dijo de él que había tomado 6043 versos de 1771 poetas que le precedieron. “La leyenda del rey Lear” la contó el galés Godofredo de Monmouth en la “Historia de los reyes de Bretaña”, un libro de escaso valor histórico escrito entre 1130 y 1136, pero que contiene la versión más antigua conocida de la historia del rey Leir de Britania, aunque Shakespeare modificó el argumento y desheredó a Cordelia, la hija menor, que casó con el rey de Francia y que más tarde acogió a su padre, tras ser depuesto por sus yernos...» 

De "El plagio literario", de Manu de Ordoñana, en Ser escritor.

domingo, 12 de octubre de 2014

"Disfruté mucho leyendo su trabajo" (sobre el plagio)

(tomado de Información Tecnológica – Vol. 19, No 4 - 2008)

El llamado Plagio Académico es una de las prácticas anti-éticas que realizan los investigadores en sus publicaciones con cierta frecuencia. Muchas veces la falta es cometida por ignorancia pero, en otras los hechos tienen claras evidencias de delitos. Parece por lo tanto importante exponer y aclarar algunas ideas en torno a este tema, para muchos desconocido. La Real Academia Española define plagio como "acción y efecto de plagiar", indicando que plagiar es "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias". Queda claro que el plagio es un descarado robo, independiente de las palabras que usemos para adornar la definición. En la academia, plagio tiene el mismo significado, aunque se puede dar una definición más exacta como la que hace Hexham de la Univ. de Calgary en Canadá: "Plagio es el acto de intención deliberada de engañar a un lector a través de la apropiación y representación como propias de las palabras y trabajos de otros". Hexham es incluso más estricto y refuerza lo expresado más arriba, definiendo al plagiador como un ladrón de poca monta, un ladronzuelo (a petty thief, a pilferer).

Los autores que cometen plagio rara vez copian un trabajo entero, aunque hay algunos casos en la literatura. Había un prolífico autor que publicaba a una velocidad bastante mayor al promedio y en los más diversos temas. Esto llamó la atención de algunos editores que indagaron en el asunto para descubrir la trampa. El autor tomaba artículos ya publicados por otros investigadores en idiomas menos conocidos internacionalmente (urdú, mongol, birmano, nepalés, tibetano, etc.), los traducía o mandaba a traducir al idioma inglés y los enviaba para publicación a prestigiadas revistas. Se cuenta otro caso de un científico indio que publicó un trabajo sobre bioquímica en una revista de la India. Un tiempo después apareció un trabajo de un autor europeo sobre el mismo trabajo, pero realizado con otro microbio; el resto era lo mismo. Sin embargo, no había ni una sola referencia al trabajo anterior del autor de la India. El autor indio se contactó con el europeo para pedir una explicación de lo sucedido. El plagiador envió sólo una corta nota diciendo: "disfruté mucho leyendo su trabajo".