martes, 31 de marzo de 2009

Nuestra no tan lejana infancia...

Un juego, si quieren, una terapia de grupo o mera nostalgia, pero ojalá participen en
Recuerdos de Polimorfos perversos

viernes, 27 de marzo de 2009

corrector en diarios

Magí Camps Martín, jefe de edición de La Vanguardia, de Barcelona
Publicado en la revista Donde dice..., de la Fundéu

"Cuando estudiaba bachillerato, mi profesor de Física repetía a menudo que lo único con lo que no se podía experimentar en un laboratorio era con el tiempo. Hoy, en una redacción, los correctores pueden echar mano de ficheros electrónicos que permiten búsquedas inmediatas, la red está repleta de herramientas lingüísticas de prestigio y la comunicación entre especialistas es instantánea, aunque uno esté en Barcelona, otro en Madrid y el tercero en Atlanta. Los departamentos de edición han solventado dudas y han establecido grafías en sus libros de estilo a partir de las obras normativas y de toda la información que han podido recopilar. Pero el tiempo sigue sin poder alargarse al antojo. En las redacciones de los diarios, y como si fuéramos ciclistas, los correctores de estilo corremos cada día nuestra particular contrarreloj".

miércoles, 25 de marzo de 2009

citas de a pie

"Yo no quiero generalizar, pero me voy a permitir un breve elogio de la anotación de referencias. Las notas y citas de pie de página son como las escaleras de incendios que hay en muchos edificios de Nueva York. A primera vista parecen afear la construcción; pero si miramos con cuidado, el conjunto gris o rojizo del edificio, con su extraña red metálica, tiene un gran encanto. Sin esas escaleras el edificio no sería interesante ni, sobre todo, inquietante.

"Esas escaleras, lo mismo que las citas, son fruto del miedo y del peligro. Los edificios, como los textos, están amenazados por la posibilidad del incendio. Su construcción no es segura y sus habitantes vivirían en la inquietud permanente si no hubiera forma de escapar. Hay textos que convocan ideas peligrosas cuya manipulación puede acarrear consecuencias; es preciso darle al lector una cierta seguridad de que no perecerá durante la lectura. Además, las citas y notas deben ofrecer una escapatoria: si el texto no satisface, abren la alternativa a otros libros, ensayos y escritos que tal vez son más prometedores".

Roger Bartra, "Elogio de la casa de citas"
en su blog La jaula abierta

lunes, 16 de marzo de 2009

Cómo contagiar el placer de leer: 11 consejos

Luis Olivera (El Porvenir)
1. Lean libros con frecuencia delante de sus hijos y que se note que los aprecian.

Los egipcios decían: “Ama los libros como amas a tu madre”. Y, vayan haciendo una biblioteca familiar, en un sitio accesible de la casa.

Pérez-Reverte, hablando de sus primeras lecturas, decía: “Tuve la suerte de crecer con libros cerca; sólo tenía que acercarme a las estanterías y cogerlos”.

Que sea una biblioteca sin llaves, accesible a todos. Serán muy escasos los libros que unos padres pueden leer y sus hijos todavía no. Antes de ser elegido Papa, Juan Pablo I escribió cartas a personajes históricos.

En la dedicada a Walter Scott, reconoce que sus libros “a mí me encantaban de pequeño.

Y todo limpio. Libros que exaltan siempre el valor y la lealtad, y pueden dejarse sin peligro en manos de los niños”.

2.- Compren libros habitualmente, pero bien seleccionados: son el alimento de la inteligencia y, por ello, hay que garantizar que la mercancía es de excelente calidad.

En el cerebro, cualquier virus se reproduce inmediatamente. Hay tanto que leer y tan poco tiempo en la vida para hacerlo, que merece la pena afinar la puntería y leer sólo lo mejor.

3.- Que siempre haya un libro para cada hijo entre los regalos de Reyes y del santo y cumpleaños.

Animen a sus hijos a que tengan la ilusión de hacerse su pequeña biblioteca de libros infantiles.

4.- Léanles a sus hijos, al menos 15 minutos cada día: les aclararán dudas de palabras nuevas, expresiones hechas, refranes, dichos y, a la vez, les harán ver qué conductas están bien y cuáles van contra su dignidad de personas.

Luis Vives recomendaba a uno de sus discípulos: “Procura que no pase un solo día sin leer y escribir algo”.

Paco Abril se pregunta: “¿En cuántos hogares se les cuentan cuentos a los niños? En muy pocos.

Los niños a los que se les leen cuentos, descubrirán que las historias que les conmueven y apasionan, están en los libros”.

5. Hagan que sus hijos lean delante de Uds.: les enseñarán a pronunciar bien las palabras, hacer las pausas debidas y leer con el ritmo correcto.

Después, pregúntenles si han entendido lo que han leído, para aclarar conceptos y enriquecer su vocabulario.

6.- Dediquen algún tiempo del fin de semana a leer en familia alguna obra maestra de la literatura y a debatir después sobre lo leído.

7.- Contraten videos basados en buenas obras literarias para, después, animarles a leerlas.

Sólo de las obras de Shakespeare se han filmado 336 películas.

8.- Infórmense bien de los cuentos, libros, cómics y tebeos adecuados a la edad de cada uno de sus hijos, para acertar en la elección y lograr que se interesen por cultivar esta afición en el futuro.

9.- A la misma edad, la madurez de cada hijo es distinta. Un libro adecuado para uno no lo será para otro.

Hay que distinguir entre niños y niñas, no por machismo, sino porque tienen sensibilidades diferentes.

10.- Moverse sobre un plano inclinado, para no llegar al empacho, sin forzarles los gustos, para evitar posibles rechazos.

Las colecciones de ‘comics’ bien elegidas, pueden aficionar. Poco a poco se aumenta la dosis, hasta llegar a la universidad habiendo leído a los clásicos.

Como decía un viejo profesor de literatura, “en los clásicos están todas las miserias humanas, pero bien resueltas”.

11.- Si ven algún hijo suyo adolescente con un libro poco aconsejable, no lo pueden dejar pasar por alto.

Albino Luciani dice: “En los libros de hoy, cuesta trabajo encontrar gentiles doncellas, alegres y sentimentales, pero pudorosas y reservadas.

(..) Tus heroínas, (Walter Scott), tienen sentimientos delicados y se sonrojan con facilidad; las protagonistas de hoy no se sonrojan jamás: fuman, beben, ríen a carcajadas y no son más que un fenómeno biológico o una diversión.

El matrimonio no es nunca el desenlace normal de una novela. Con frecuencia (las jóvenes), además de corrompidas, son cínicas y sanguinarias”.

domingo, 8 de marzo de 2009

Poder, de Ignacio Martín

¿Cómo que no agradezca a quien yo quiera
porque el que paga manda?
¿Cómo que sólo admire a quien mandan los cánones?
¿Cómo que sólo el título abre puertas?
¿A poco lo doctor sí quita lo pendejo?

miércoles, 4 de marzo de 2009

Tábanos fieros, de José Martí

TÁBANOS FIEROS

Venid, tábanos fieros,
Venid, chacales,
Y muevan trompa y diente
Y en horda ataquen,
Y cual tigre a bisonte
¡Sítienme y salten!
¡Por aquí verde envidia!
Tú, bella carne,
¡En los dos labios muérdeme:
Sécame; mánchame!
¡Por acá, los vendados
Celos voraces!
Y tú. moneda de oro,
¡Por todas partes!
De virtud mercaderes,
¡Mercadeadme!
Mató el Gozo a la Honra:
¡Venga a mí, —y mate!

Cada Cual con sus armas
Surja y batalle:
El placer, con su copa;
Con sus amables
Manos, en mirra untadas,
La virgen ágil;
Con su espada de plata,
El diablo bátame:—
¡La espada cegadora
No ha de cegarme!

Asorde la caterva
De batallantes:
Brillen cascos plumados
Como brillasen
Sobre montes de oro
Nieves radiantes;
Como gotas de lluvia
Las nubes lancen
Muchedumbres de aceros
Y de estandartes;
Parezca que la tierra,
Rota en el trance,
Cubrió su dorso verde
De áureos gigantes;
Lidiemos, no a la lumbre
Del sol suave,
Sino al funesto brillo
De los cortantes
Hierros: rojos relámpagos
La niebla tajen:
Sacudan sus raíces
Libres los árboles:
Sus faldas trueque el monte
En alas ágiles:
Clamor óigase, como
Si en un instante
Mismo, las almas todas
Volando ex-cárceres,
Rodar a sus pies vieran
Su hopa de carnes:
Cíñame recia veste
De amenazantes
Astas agudas: hilos
Tenues de sangre
Por mi piel rueden leves
Cual rojos áspides:
Su diente en lodo afilen
Pardos chacales:
Lime el tábano terco
Su aspa volante:
Muérdame en los dos labios
La bella carne:—
¡Que ya viene, ya vienen
Mis talismanes!
Como nubes vinieron
Esos gigantes:
¡Ligeros como nubes
Volando iranse!

La desdentada envidia
Irá, secas las fauces,
Hambrienta, por desiertos
Y calcinados valles,
Royéndose las mondas
Escuálidas falanges;
Vestido irá de oro
El diablo formidable,
En el cansado puño
Quebrada la tajante;
Vistiendo con sus lágrimas
Irá, y con voces grandes
De duelo, la Hermosura
Su inútil arreaje:—
Y yo en el agua fresca
De algún arroyo amable
Bañaré sonriendo
Mis hilillos de sangre.

Ya miro en polvareda
Radiosa evaporarse
Aquellas escamadas
Corazas centellantes:
Las alas de los cascos
Agítanse, debátense,
Y el casco de oro en fuga
Se pierde por los aires.
Tras misterioso viento
Sobre la hierba arrástranse,
Cual sierpes de colores,
Las flámulas ondeantes.
Junta la tierra súbito
Sus grietas colosales
Y echa su dorso verde
Por sobre los gigantes:
Corren como que vuelan
Tábanos y chacales,
Y queda el campo lleno
De un humillo fragante.
De la derrota ciega
Los gritos espantables
Escúchanse, que evocan
Callados capitanes;
Y mésase soberbia
El áspero crinaje,
Y como muere un buitre
Expira sobre el valle!
En tanto, yo a la orilla
De un fresco arroyo amable,
Restaño sonriendo
Mis hilillos de sangre.

No temo yo ni curo
De ejércitos pujantes,
Ni tentaciones sordas,
¡Ni vírgenes voraces!
Él vuela en torno mío,
Él gira, él para, él bate;
Aquí su escudo opone;
Allí su clava blande;
A diestra y a siniestra
Mandobla, quiebra, esparce;
Recibe en su escudillo
Lluvia de dardos hábiles;
Sacúdelos al suelo;
Bríndalo a nuevo ataque.
¡Ya vuelan, ya se vuelan
Tábanos y gigantes!—
Escúchase el chasquido
De hierros que se parten;
Al aire chispas fúlgidas
Suben en rubios haces;
Alfómbrase la tierra
De dagas y montantes;
¡Ya vuelan, ya se esconden
Tábanos y chacales!—
Él como abeja zumba,
Él rompe y mueve el aire,
Detiénese, onda, deja
Rumor de alas de ave:
Ya mis cabellos roza;
Ya sobre mi hombro párase;
Ya a mi costado cruza;
Ya en mi regazo lánzase;
¡Ya la enemiga tropa
Huye, rota y cobarde!
¡Hijos, escudos fuertes,
De los cansados padres!
¡Venga mi caballero,
Caballero del aire!
¡Véngase mi desnudo
Guerrero de alas de ave,
Y echemos por la vía
Que va ese arroyo amable,
Y con sus aguas frescas
Bañe mi hilo de sangre!
¡Caballeruelo mío!
¡Batallador volante!