jueves, 29 de noviembre de 2007

edicto

"No se puede dejar de ser editor por decreto,
es un mal que se expande por el cuerpo entero,
es una forma de sentir".

jueves, 22 de noviembre de 2007

dilema

¿Se puede ser un buen editor cuando se es mala persona?

domingo, 11 de noviembre de 2007

Editores de alto riesgo

"Para quienes hacen libros, la posibilidad de fracaso siempre está a la vuelta de la esquina. Sobre todo porque en la mayoría de los casos lo que decide el éxito de ventas es una portada llamativa, un autor de renombre, una inversión robusta en publicidad o las infalibles relaciones públicas. Si a esto se le añaden los costos y problemas de la distribución de libros y el porcentaje que por su parte se adjudican las librerías del precio de venta al público, la mayor parte de las editoriales —y, dicho sea de paso, sus autores— se queda fuera de la jugada antes de iniciado el partido.

"Frente a este panorama un poco desolador y pese a que por lo general ni siquiera imaginamos qué tuvo que suceder para que un libro llegara a nuestras manos, desde los años noventa han proliferado un gran número de pequeñas y medianas editoriales que le han apostado a algo más que una linda portada y la venta segura. Se trata de jóvenes (en varios casos, muy jóvenes) de varias regiones de América Latina, muchos de los cuales son ellos mismos escritores y quienes han hecho caso omiso de todo aquello que está en contra de su supervivencia. Han optado por la vía más difícil, en tanto que apuestan —se podría decir— por el lector".

Jeannine Diego Medina, "Un oficio de alto riesgo", Gatopardo, núm. 81, julio 2007

En este número se publica el "especial Editores Salvajes", en el que un texto de Carmen Boullosa rinde homenaje a Federico Campbell y a Juan Pascoe, y Jeannine da breves semblanzas de los esfuerzos de Tantalia (Buenos Aires), La mancha (Caracas), La Tumbona (México), Lom (Santiago), Ficticia (México), Interzona (Buenos Aires), Álbum del Universo Bakterial (Lima), Taller Ditoria (México), Estruendomundo (Lima), Sexto Piso (México) y Gog y Magog (Buenos Aires).